Si en la inmensa
lejanía, que a nuestras
pálidas almas, nos
separan, dime
si esta noche de frío
invierno, a mi congelada
alcoba, vendrás.
Ni un minuto más
de esta eternidad,
mis congeladas garras
quieren perder;
imposible es de soportar
el ver, como otros,
de tu sangre, se alimentan.
Desde que por primera vez,
bajo el radiante resplandor
de la luna llena, tus afilados
colmillos brillaron, imposible
fue de borrar de mi interior
la escalofriante imagen
de tus labios teñidos de rojo.
Sobre tus congelados
inviernos, al anochecer,
quisiera despertar, y saber
el porque, cada anochecer,
te pasas, saciando tu sed,
en otros cuerpos, en los cuáles,
nunca calmarán tus ansias
de saber, que es la eternidad.
lejanía, que a nuestras
pálidas almas, nos
separan, dime
si esta noche de frío
invierno, a mi congelada
alcoba, vendrás.
Ni un minuto más
de esta eternidad,
mis congeladas garras
quieren perder;
imposible es de soportar
el ver, como otros,
de tu sangre, se alimentan.
Desde que por primera vez,
bajo el radiante resplandor
de la luna llena, tus afilados
colmillos brillaron, imposible
fue de borrar de mi interior
la escalofriante imagen
de tus labios teñidos de rojo.
Sobre tus congelados
inviernos, al anochecer,
quisiera despertar, y saber
el porque, cada anochecer,
te pasas, saciando tu sed,
en otros cuerpos, en los cuáles,
nunca calmarán tus ansias
de saber, que es la eternidad.