Oh pequeñas crituras
de la más profunda
noche, el terror
a las casas de miles
de humanos volad.
Con vuestras oscuras
alas, por negruzcos
cielos desplegáos
y tanta sangre como
vosotros deseéis,
derramad.
Todo el terror
que tantos humanos
hacia vuestra pálida
piel y afilados colmillos
sienten, a esos asustadizos
cuellos, hacedselo saber.
En vuestras gemelas almas,
antes de que el amanecer
haga acto de presencia,
poco a poco, convertidlas.
El dolor que en su interior,
durante muchos siglos
en sus almas, haya quedado
guardado, lentamente,
de roja eternidad,
id tiñiendolo.