Minuto a minuto
entre maldecidos
anocheceres teñidos
en solitarias almas
teñidas de negro somos.
De mucho dolor
y de oscuridad
nuestros desolados
ataúdes de color
rojo tiñamoslo.
De ese sentimiento
que tal humanidad
no logra entender
en un rincón de nuestros
negruzocs mantos dejemos.
Oh sangrienta inmortalidad,
fría por fuera como el hielo
pero ardiente como los ardientes
infiernos,al más profundo
y inacabable abismo que final
nunca tiene adentremonos.
Tantos rojizas rosas
que con su fragante y eterna
esencia,alrededor de ese vacío
que sentimos permitamos
que compañía nos hagan.
Bajo tu radiante luna llena
esa insoportable sed
que durante siglos en tu
interior soportaste,
por favor,sobre mi saciala.
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