Dispuestos mis afilados
colmillos están a desgarrar
miles de cuellos que vacíos
alrededor de tanta soledad
se encuentran.
De rojo mis azul
mirada se tiñe
al angustioso
ritmo de un corazón
que a la inmortalidad
se entrega.
Tu propia vida
entre mis venas
está llenando ríos
que durante siglos
vacíos han estado.
Fragantes pétalos
en mi gélido abrazo
se convierten cuando
una fría tormenta
de invierno sobre
mi palidez cae.
Que bajo crucifijos
y grisáceos mausoleos
el rojo líquido fluya
y sobre tanta muerte
y putrefacción sea
quién dicte sentencia.
Imagen extraida de:
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